«Si los Procuradores sólo queremos ser meros tramitadores, no tenemos futuro»

Primera parte de la charla que mantuvimos (¡y disfrutamos!) con Ignacio López Chocarro, Procurador y Socio Director de la firma Anzizu, López y Castellanos Procuradores. Como buen Sagitario, se define tan sensible como impetuoso o vehemente. Amante del deporte, en especial del esquí y del ciclismo, su válvula de escape es coronar puertos míticos, y también la mejor escuela para ver que con paciencia y esfuerzo todas las metas son posibles. Cualidades muy necesarias para una Procura que cada vez ve más claro los beneficios que comporta escalar el Tourmalet a rebufo de la tecnología.

Hablemos de Anzizu López Castellanos Procuradores. Por un lado, sois una firma fundada en 1904, y por otro, formáis parte del Global Legaltech Hub. Me parece una combinación muy potente. ¿Os consideráis un paradigma del cambio que se está produciendo en el sector legal?

Las nuevas tecnologías siempre nos han interesado mucho en el despacho, y de hecho, creo que somos precursores. Por ejemplo, Antonio Anzizu, antiguo socio del despacho y a la sazón Decano del Colegio de Procuradores de Barcelona, consiguió a través de la Fundación Lluís de Peguera que el primer órgano judicial informatizado de toda España fuera el número 4 de Barcelona. También fuimos el primer despacho de procuradores que dispuso de un ordenador IBM para tramitar los procedimientos y trabajar con tratamiento de textos. Y en estos momentos trabajamos con tecnologías disruptivas como inteligencia artificial y machine learning para mejorar el servicio que damos a nuestros clientes. En definitiva, conseguimos que nuestros ordenadores se hablen con los de nuestros clientes, con el objetivo de ofrecerles un servicio just in time.

Ya que los mencionas, ¿Quiénes son vuestros clientes? ¿Las partes o los abogados?

El cliente lógicamente es el poderdante, la persona física o jurídica que nos otorga un poder. Hace muchos años era el que venía al despacho del procurador y le pedía consejo para elegir abogado. Esto ha cambiado y en la mayoría de los casos el abogado es el que escoge al procurador. Pero distingo también a los clientes institucionales, entidades cuyas asesorías jurídicas internas quienes escogen a los procuradores.

¿Hablas de entidades de recobro, por ejemplo?

No especialmente, porque no trabajamos mucho con ellas ya que por su sistema retributivo no nos resultan rentables. Me refería a grandes entidades aseguradoras y bancarias.

Hablabas antes de tecnología y de inteligencia artificial, y me ha venido a la memoria que me comentaste recientemente que recibís diariamente centenares de emails, en ocasiones miles de notificaciones judiciales. O automatizáis, o morís.

Así es. Estamos recibiendo un volumen muy importante de notificaciones y este hecho nos obliga a tener unos sistemas de seguridad tremendos, a hacer grandes inversiones en programas informáticos para que ninguna de esas notificaciones que entran en el despacho se dejen de verificar y remitir a su correspondiente expediente, para luego ser verificadas por nosotros y enviadas a los clientes y a los abogados y liquidemos los plazos correspondientes que dimanan de estas resoluciones. ¿Qué hacemos para evitar los ‘sustos’ que pueden darse a la hora de recibir una notificación y no tramitarla? Utilizamos los servicios de terceros de confianza que nos ayudan a asegurar, por un lado, que todo lo que ha entrado en el despacho ha sido tramitado y despachado, y lo más importante y trascendente, que han sido enviado y recibido por nuestros destinatarios. Te doy un dato. Desde que se liberalizó la profesión suprimiendo la territorialidad y con la entrada de grandes plataformas de procuradores que trabajan en toda España, nuestras pólizas de seguro se han incrementado en un 400%.

Como decías, recibimos diariamente centenares, a veces miles de correos electrónicos de nuestros clientes. En ocasiones con facturas, y esto tiene una importancia relativa, pero en otras, adjuntando recurso de casación sometido a unos plazos. Aquí trabajamos con machine learning para enseñar a la máquina para que sepa identificar a qué persona del despacho debe ir cada uno de los correos recibidos, y sobre todo evitar que un escrito importante por sus plazos se pierda dentro de esa maraña de e-mails.

Creo que lo que acabas de decir es clave respecto a la adoptación de la tecnología por parte de los juristas en general y de los procuradores en particular. Los juristas tenéis que enseñar a la máquina, no podéis permanecer de brazos cruzados pensando que es suficiente con contratar tecnología.

Claro, no es lo mismo la inteligencia artificial para generar un contrato, que personalmente creo que es un proceso más sencillo de enseñar a la máquina. En el tema judicial es mucho más difícil. Nosotros no sólo trabajamos con tecnología para la lectura de esos correos electrónicos de los clientes. Nuestro objetivo es que los ordenadores sepan leer el contenido de las resoluciones judiciales. Es mucho más fácil entrenar sobre sentencias de pleito en masa que resoluciones sobre materias más complejas. Como has dicho muy bien, esto es un proceso de enseñanza a la máquina, tarea en la que invertimos muchas horas, además de dinero. Y tengo que decir que el avance se produce lentamente.

Lo que me cuentas, personalmente, me parece una prueba del algodón de que la tecnología no va a sustituir a los juristas, que son imprescindibles en tareas de valor como el de entrenar a la tecnología…

Tengo un ejemplo que me gusta explicar. En 2012, siendo Decano del Colegio de Procuradores de Barcelona y con el apoyo del Departament de Justícia de la Generalitat y del TSJC, quisimos avanzar en el objetivo de erradicar el papel de los Juzgados y trabajar en la presentación telemática de las demandas. Esto se fraguó con un protocolo a tres bandas y se inició con una breve prueba piloto. A partir de ese año determinado tipo de demandas sólo se podían presentar de forma telemática. Pero a lo que iba. Hubo muchos compañeros que se resistían al cambio y pensaban que la tecnología iba a acabar con la profesión. Y nosotros siempre hemos pensado que no puedes poner puertas al campo porque la realidad que viene es imparable. Y para que esa realidad no te aparte del mercado has de convertirte en líder en esas cuestiones. La Procura lo fue en su día con Lexnet, que partió de los procuradores.

Los procuradores debemos tener en cuenta una cosa muy importante. El factor humano en la Justicia es esencial y siempre será imprescindible que haya un profesional a pie de Juzgado, llámese procurador, abogado procesalista o como sea que nos podamos llamar en un futuro, que pueda facilitar que los asuntos no se queden en el limbo y también para una cuestión que no se tiene en cuenta. Imaginemos que recibimos diariamente una 40.000 notificaciones. Puedo asegurar que al menos un 30% de esas notificaciones vienen con errores. Sin la figura del procurador, aparecerían miles de escritos pidiendo la corrección de esos errores o directamente la interposición de recursos de reposición. En este sentido, los que más nos defienden son los Jueces y los Letrado de la Administración de Justicia.

Resumiendo, tenemos que estar al lado de la tecnología para que no seamos apartados del mercado jurídico, pero el factor humano es fundamental para aportar valor añadido a la función en juzgados y tribunales. Si sólo queremos ser meros tramitadores, la profesión está muerta, no tiene futuro.

Lo que me cuentas me viene de perlas porque leímos recientemente en Expansión Jurídico unas manifestaciones del Secretario de la Junta Directiva del Colegio de Procuradores de Vigo, que se resumían en este titular: “Si los procuradores no asumimos más funciones, la profesión desaparecerá”.

En 2014 diseñamos un Plan Estratégico de la profesión de la Procura que encargamos a Ramos Méndez, uno de los Catedráticos de Derecho Procesal más prestigiosos, pero a la vez, más críticos con la profesión. No se trató de un harakiri, ni mucho menos, porque Ramos Méndez no critica la figura del Procurador como tal, lo que censura es que está totalmente desaprovechada.

Coincido con el compañero de Vigo en que si nuestra función va a quedar relegada a ser mero gestor de notificaciones o presentador de escritos, entramos, como decía Ramos Méndez en el mencionado trabajo, en un escenario trampa, propiciado por las sucesivas reformas procesales en los últimos años que nos daban algunas pequeñas competencias que en realidad tenían escaso contenido. Pero creo que también es cierto que en cierto sector de la profesión ha habido cierto acomodamiento, y me explico. Estuvimos durante años luchando desde el Consejo por nuevas competencias, como la capacidad plena de certificación a los procuradores para realizar todos los actos de comunicación, lo que significa abrir un abanico de posibilidades que no se produce dentro del funcionariado, ya que el procurador los puede realizar, según la ley, en horario hábil, que va desde la 8 de la mañana a las 10 de la noche, y fuera de la sede judicial. La realidad, a día de hoy, es que apenas un 15% de los procuradores hemos asumido estas funciones. El procurador ha de tener una posición más proactiva. Si le dan una competencia, tiene que asumirla.  

Sucede lo mismo con la ejecución, uno de los grandes pasivos que tiene la Justicia en España, y que sigue siendo un lastre. Hay un estudio que se presentó en la Cámara de Comercio en 2017 realizado por la Cátedra de Economía Aplicada de la UB en el que seleccionamos más de mil procedimientos de ejecución de 2013 para ver qué había sucedido tres años después, en 2016. Esos mil procedimientos, en cantidades objeto de reclamación, ascendían a más de 6.000 millones de euros. Tres años después, apenas se había recuperado el 21’8% sólo en Catalunya, que no es precisamente donde la Justicia funciona peor y por lo tanto es extrapolable al resto del Estado. Ese estudio dibujaba tres escenarios, y en el más prudente, el que proponía mejorar para pasar del 21’8% al 35%, eso suponía elevar el PIB de Catalunya en, si mal no recuerdo, más de 300 millones de euros anuales y la creación de más de 5.000 puestos de trabajo al año.

La conclusión es que se había mejorado mucho la fase declarativa pero a la hora de ejecutar no había medios.  Por ello reclamamos que nos concedan más funciones y podamos intervenir más en la ejecución: creemos que podemos ayudar mucho a desatascar este proceso. Te pongo un ejemplo: en las diligencias de lanzamiento donde el inmueble esta vacío, qué necesidad hay de que vaya la comisión judicial: puede ir perfectamente bajo delegación del LAJ un procurador, especialmente si es un local de negocio.

El futuro de la profesión pasa por asumir las competencias que ya tenemos pero luego buscar otras que son las que tienen, por ejemplo, una figura muy parecida a la nuestra como es la del huissier en Francia, Países Bajos, Bélgica o Luxemburgo, países en los que los ratios de recuperación en la ejecución son mucho más elevados que en España. Puede censurarse que esto es privatizar la Justicia o buscar una Justicia a dos velocidades, pero creo que la Justicia en España tiene tal retraso que es vital optimizar recursos, y si los procuradores podemos colaborar activamente (en los actos de conciliación, en la fase declarativa para la obtención de pruebas, en la ejecución) nuestro futuro es prometedor siempre en función también de nuestra actitud.     

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